Este es el poema que motivó por su belleza, el que escogiera el nombre de su autor como pseudónimo, ya que desde que lo leí me cautivó. Es la parte segunda de un extenso poema que se titula "Romance morisco" y que se desarolla en la Granada de Don de Antonio Díaz. Que ustedes lo disfruten...
Ídolo de las hermosas
que sus ojos en él clavan,
robando los corazones
corrió Albin Hamad la plaza,
con gran brío y gentileza
monta el moro yegua baya
que tiene los cabos negros,
tan veloz como gallarda:
el freno y las estriberas
son de muy bruñida plata,
de mucho precio el rendaje,
de oro y seda la gualdrapa;
lleva el jinete unas plumas
que son verdes y azuladas,
la marlota y capellar
de finísima escarlata
y por divisa este mote:
mi pasión vuela muy alta,
mi amor soñó una ilusión
y real placer alcanza.
Mirando la letra el rey
dijo airado estas palabras:
-«Pronto bajarás el vuelo
y te cortaré las alas.
No serán tus ilusiones
ni reales ni soñadas
ni sabrás para tu mal
que aquel que a la tumba baja
por soñar ofensas mías
duerme allí sin soñar nada.»
Albin Hamad en el coso
luce con primor sus galas
y de mil diversos modos
es su letra interpretada.
Para alancear un toro
pide licencia, la alcanza
y después de hacer mesura
afírmase bien y aguarda.
Prontamente le soltaron
un retinto de Jarama
que envistió como león
con los ojos hechos brasas:
besó el pretal de la yegua
y entonces con honda llaga
más abajo del testuz
le entró la temible lanza.
Fue el bote de pronta muerte;
vacila, tiembla, desmaya,
con su mole da en el suelo,
tiende la cerviz y acaba.
Un grito de aprobación
de repente se levanta
como cierzo en remolino
que espeso pinar asalta.
Las doncellas granadinas
sobre el vencedor derraman
con bendiciones de amor
frescas rosas y guirnaldas.
Unas dicen: -«Esa suerte
tan hermosa y tan bizarra
la alcaidía de Cantoria
tendrá por segura paga.»
Otras: -«Ya tiene su mora
prevenida rica manga
con aljófares y perlas
y rubíes y esmeraldas.»
«Mata bien»: le dijo al rey,
que no aplaudía y callaba,
un Abencerraje noble.
Y el rey replicó: -«Me falta
escuchar de vuestra boca
si aquel que de una estocada
mata al traidor, mata bien.»
Y el otro dijo: -«Bien mata.»
El rey dejó el mirador
preguntando a la sultana:
que sus ojos en él clavan,
robando los corazones
corrió Albin Hamad la plaza,
con gran brío y gentileza
monta el moro yegua baya
que tiene los cabos negros,
tan veloz como gallarda:
el freno y las estriberas
son de muy bruñida plata,
de mucho precio el rendaje,
de oro y seda la gualdrapa;
lleva el jinete unas plumas
que son verdes y azuladas,
la marlota y capellar
de finísima escarlata
y por divisa este mote:
mi pasión vuela muy alta,
mi amor soñó una ilusión
y real placer alcanza.
Mirando la letra el rey
dijo airado estas palabras:
-«Pronto bajarás el vuelo
y te cortaré las alas.
No serán tus ilusiones
ni reales ni soñadas
ni sabrás para tu mal
que aquel que a la tumba baja
por soñar ofensas mías
duerme allí sin soñar nada.»
Albin Hamad en el coso
luce con primor sus galas
y de mil diversos modos
es su letra interpretada.
Para alancear un toro
pide licencia, la alcanza
y después de hacer mesura
afírmase bien y aguarda.
Prontamente le soltaron
un retinto de Jarama
que envistió como león
con los ojos hechos brasas:
besó el pretal de la yegua
y entonces con honda llaga
más abajo del testuz
le entró la temible lanza.
Fue el bote de pronta muerte;
vacila, tiembla, desmaya,
con su mole da en el suelo,
tiende la cerviz y acaba.
Un grito de aprobación
de repente se levanta
como cierzo en remolino
que espeso pinar asalta.
Las doncellas granadinas
sobre el vencedor derraman
con bendiciones de amor
frescas rosas y guirnaldas.
Unas dicen: -«Esa suerte
tan hermosa y tan bizarra
la alcaidía de Cantoria
tendrá por segura paga.»
Otras: -«Ya tiene su mora
prevenida rica manga
con aljófares y perlas
y rubíes y esmeraldas.»
«Mata bien»: le dijo al rey,
que no aplaudía y callaba,
un Abencerraje noble.
Y el rey replicó: -«Me falta
escuchar de vuestra boca
si aquel que de una estocada
mata al traidor, mata bien.»
Y el otro dijo: -«Bien mata.»
El rey dejó el mirador
preguntando a la sultana:
«¿Qué os parece del jinete
que aplaudió toda la plaza?»
«Que es galán»: dijo la reina,
«Galán, repuso el monarca,
y galán con galanteo
de la que galán le llama.»
que aplaudió toda la plaza?»
«Que es galán»: dijo la reina,
«Galán, repuso el monarca,
y galán con galanteo
de la que galán le llama.»
1 comentario:
Conocía de un poeta llamado Juan Arolas, pero nunca lo había leído. Saboreando esta parte del Romance Morisco, me lo apunto en la lista de mis lecturas pendientes.
Y quíteme el Don, que me echa treinta años en tó el morrillo.
Saludos, y gracias por el poema.
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