Por Joaquín Vidal. 18/01/1978.
En la reforma del reglamento, que se reanudó ayer, ya con amplia representación y presencia de las centrales sindicales, un metro, lo que se dice un metro de ruedo, provocó un debate interminable y apasionado y hasta algún enfrentamiento personal, como si allí estuviera en juego la vida; por lo menos la de la fiesta. Los aficionados (sector peñas taurinas) habían propuesto que para la suerte de varas la distancia mínima entre toro y caballo, que ahora es de dos metros, pase a tres.
El picador Salcedo refutó la preposición; el ex presidente Torrej, en una intervención brillantísima, argumentó a favor del espectáculo y de la bravura del toro, y por tanto de los tres metros. Le rebatió Salcedo, intervino todo el mundo.
El acaloramiento subía de grado, y la presidencia se veía imposibilitada para reconciliar posiciones, pues eran irreconciliables. De un lado, como una piña, veterinarios, presidentes, críticos taurinos, aficionados, ganaderos, todos de acuerdo en que a los toros hay que ponerlos en suerte de largo para medir su bravura y dar emoción al tercio. De otro , la otra piña, los toreros, más mozos de espada, puntilleros, contratistas de caballos y empresarios.
Alguien sugirió que se sometiera el tema a votación, y prosperó la idea. Era un contrasentido claro, pues el grupo contrario a los tres metros es más numeroso y está a sus intereses profesionales antes que a la promoción del espectáculo, por lo que se establecen dos frentes -en este caso y en todos los demás- en los que uno adopta la defensa romántica de la fiesta y el otro se la quiere poner facilita.
Pero la votación se produjo y ganaron los contrarios a los tres metros por ocho a seis, dos votos de diferencia: justo los del mozo de espadas y el puntillero, de quienes nadie se explica en qué les afecta la suerte de varas. De manera que aquí tenemos cómo los mozos de espada y los puntilleros decidieron ayer sobre la esencia misma de la Fiesta (cual es el caso del primer tercio), aunque, afortunadamente, la votación no es vinculante. Antonio Sánchez Belda, que representa al Ministerio de Agricultura, en otra intervención oportuna y de categoría, lo señaló así y justificó su voto favorable a los tres metros por razón de la necesaria selección ganadera (que no concluye hasta que muere el toro en la plaza) y por razón de la calidad del espectáculo.
Ninguna de las sesiones de la reforma del reglamento, ha sido tan accidentada como la de ayer, porque los representantes de estamentos incorporados a la misma -destaquemos a Federico Fenández de Heredia, de la andanada 8, portavoz de los aficionados- le han dado viveza, pero también porque lo de los tres metros no era sino una prueba de Fuerza ante más polémicas y fundamentales cuestiones, cuales son el peso del caballo de picar, el peto y sus características, etcétera, cuya discusión empieza esta tarde.
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