De capa castaño y herrado con el número 103, Ropalimpia pesó 536 kilos de bravura, no le hacía falta pesar más, además, por delante tenía cara de tío, es decir, de toro, que no de ternero.
Ya en el saludo de recibo se desplazó en el capote de su lidiador, y con el del castoreño se empleó en un primer puyazo de romperle el alma, sin embargo, Ropalimpia no se afligió, y tuvo las agallas de tomar otro puyazo.
Ropalimpia llegó al tercio de muleta queriéndola coger, comiéndosela en una primera tanda por el pitón izquierdo, luego sorprendió a su lidiador y le ganó la partida.
No se mereció la suerte suprema que le hicieron, Ropalimpia se mereció haber muerto con más dignidad, la misma que tampoco tuvo cuando fue toreado.
Ya en el saludo de recibo se desplazó en el capote de su lidiador, y con el del castoreño se empleó en un primer puyazo de romperle el alma, sin embargo, Ropalimpia no se afligió, y tuvo las agallas de tomar otro puyazo.
Ropalimpia llegó al tercio de muleta queriéndola coger, comiéndosela en una primera tanda por el pitón izquierdo, luego sorprendió a su lidiador y le ganó la partida.
No se mereció la suerte suprema que le hicieron, Ropalimpia se mereció haber muerto con más dignidad, la misma que tampoco tuvo cuando fue toreado.
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