En el flamenco existen cantaores que con su sola presencia o pronunciando su nombre, definen claramente la esencia más profunda de este arte. Es precisamente lo que ocurre con Antonio Núñez Montoya "El Chocolate". Conoció la calle desde niño y allí aprendió a subsistir con un don que le proporcionó la naturaleza, y que él quiso y supo desarrollar hasta convertirlo en su única razón de ser: El Cante Flamenco.
Siguiriyas rematadas por Curro Dulce:
"dicen que duerme sola
mientes como hay Dios
porque de noche con el pensamiento
dormimos los dos"
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