viernes, 16 de enero de 2015

EL FARAÓN


Joaquín Vidal, titula: Ese Curro incombustible, y escribe:  

"Curro Romero torea a la verónica al cuarto toro (Rodríguez Aparicio). Curro es un permanente renacer. Curro Romero se reaviva de sus propias cenizas y aparece de súbito hecho un torero juvenil y rozagante, valeroso y artista que va y pide pelea. Ese Curro Romero exclusivo es incombustible; como el propio arte de torear.Las verónicas con que recibió al cuarto toro fueron gloria bendita. Las verónicas con que recibió al cuarto toro fueron un cúmulo de valor, de técnica, de arte. Y enloquecieron a la afición. El toro se iba suelto, trotaba abanto abriéndose de las tablas y querían intervenir los peones, pero Curro Romero no les dejaba. Curro Romero había visto la condición del toro tan pronto apareció en el redondel. Qué ciencia infusa, qué genio intuitivo posee Curro Romero para conocer la catadura de los toros en cuanto asoman el morro por el portón de chiqueros constituye un insondable misterio. El caso es que según plantaba el toro la pezuña en el albero Curro hacia otro tanto con las zapatillas y ya estaba presente dispuesto a torear. Al cabo de unos cuantos galopes alocados del toro por los medios Curro lo trajo al tercio, le desengañó de sus querencias, le fijó en el engaño, le enjaretó en un palmo de terreno lo menos diez verónicas inmensas y las abrochó con media verónica de cartel. La Maestranza, ya se puede suponer, se convirtió en un manicomio. El gentío alborotado y en pie, unos se echaban las manos a la cabeza, se abrazaban otros y todos se rompían las manos de aplaudir mientras la banda soltaba al viento sus más jubilosos sones. Estaba lanzado Curro e hizo dos quites a la verónica. Uno detrás de otro. Todo el toro había de ser para él. Mecía el lance con una lentitud asombrosa y restallaban estruendosos los ol&ecute;s. Lo malo fue que no había toro. En el segundo quite se acabó el toro. Se acabó sin remisión al tomar la tercera verónica. Tal cual humillaba perdió el control, cayó de lado, se pegó la gran costalada y quedó en desairada posición, patas arriba, sorprendiendo al personal con la innecesaria exhibición de lo del día de la boda. Aún habría más Curro, más toreo, más arte; pero sin toro. De todos modos aquel toreo de capa quedó plasmado para la historia; su regusto, para engolosinar de por vida los más exigentes paladares; sus formas, como ejemplo de lo que es el arte de torear.

El único toro entero de la corrida salió en primer lugar, Curro Romero lo capoteó bien y en cambio con la muleta se limitó a trapacear. Como si estuviera acabado. Pero renació de sus cenizas en cuanto vio salir al cuarto y tras poner boca abajo la Maestranza con las verónicas tomó la pañosa y se emborrachó de torear. Aprovechando la nobleza del toro, y seguramente tambien su invalidez, le dio pases de todas las marcas, varios de ellos rescatados de las tauromaquias añejas. Todos los pegapases juntos son incapaces de dar al cabo de una temporada entera el riquísimo repertorio que Curro Romero desplegó en sólo tres minutos de faena.

Por eso es el faraón. ¿Algo que objetar?"

jueves, 15 de enero de 2015

GALLERÍAS


Rafael el "Gallo" brindando a el "Bomba"

Acababan de celebrarse las corridas de la feria de Córdoba. Rafael el "Gallo" regresaba en el tren a Sevilla. Durante el trayecto, en el paseillo del coche-vagón tropezó con un amigo que, desde Madrid, se dirigía también a Sevilla.
Tras saludarse, recayó la conversación sobre las corridas de Córdoba. 
- Y tú, ¿que tal has estado? ¿Qué opinaba el público? A lo que el "Gallo" contestó:
- Pues, mira, de mí sólo te diré que las opiniones quedaron divididas.
- ¿Entre tú y el "Bomba"? - preguntó el amigo.
- No respondió Rafael. Es que unos se metían con mi madre y otros con mi padre.

martes, 13 de enero de 2015

LA TAUROMAQUIA DEL SIGLO XXI

En el pasado está el siglo XXI. 
Estos son los verdaderos héroes de la Tauromaquia