González Climent la describió así: "Toda ella es revulsión, insatisfacción, búsqueda, pelea por su propia expresión. No tiene facultades normales. Siente mucho más de lo que puede decir externamente. Exige imposibles a su voz bronca y regateada, extrema su concentración psíquica, escarba violentamente la fuerza humana de sus gritos y alcanza límites crueles, casi bárbaros. La Fernanda se convulsiona físicamente, estrella brazos al vacío, cierra los ojos, reclama duendes, busca compromisos elementales que le permitan descender y ascender sobre sí misma hasta arañar el jipío valioso. Tiene voz y rajo de templo. Dueña de un gran sentido de la armonía, pero sin entorpecimiento para sus audacias vitales, no imita absolutamente a nadie. La Fernanda bloquea, invade, hiere.
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