lunes, 1 de noviembre de 2010

EN PELIGRO DE EXTINCIÓN

"El flamenco no se aprende en una academia, se canta con faltas de ortografía", sintetiza el "gitano de vieja escuela" Alonso Núñez Núñez, Rancapino, en el libro que el crítico Alfredo Grimaldos acaba de editar sobre un arte que, asegura el autor en una entrevista con Efe, "ha ganado en dignidad" pero está en peligro de extinción.
En "Historia social del flamenco" (Península), Grimaldos da una perspectiva distinta del género, conectando a los artistas con su propio pasado, explicando de dónde vienen y cómo ha sido su evolución y "abriéndoles los ojos a los jóvenes, porque muchos confunden jondura con pachanga".
El autor (Madrid, 1956) explica que el flamenco es un arte de transmisión oral, preservado en el seno de grandes dinastías gitanas de la Baja Andalucía.
Una forma de vida, "muy dura", que ha ido cambiando con los años y ha pasado del trabajo en el campo y las noches en vela cantando para "los señoritos" en las ventas, a los tablaos y los festivales veraniegos, primero, y a los grandes teatros, después.
Los profesionales del arte jondo, dice, gozan hoy de mayor consideración social que nunca, pero en el camino también se han perdido muchas cosas y ahora hay, claramente, dos tendencias: la de los puristas, que creen que está en serio peligro, y la de los aperturistas, que mantienen que vive su mejor momento.
El "Robert Redford de África", como una vez describió Chano Lobato a Rancapino, que tiene la voz rota "de haber andado tanto tiempo descalzo", asegura en el libro que
"los artistas viven ahora mucho mejor pero el flamenco, no".
"El flamenco está a punto de extinguirse. Antes había artistas y ahora solo profesionales"
, agrega Manuel Morao, patriarca de los tocaores jerezanos.
Lo cierto es que entre 1960 y 1980, la "época dorada" del flamenco, Camarón, Paco de Lucía, Sordera, Los Habichuela, La Paquera, El Güito o Bambino se reunían todos los días después de actuar en sus respectivos "trabajos" para hacer su propia fiesta, el semillero de inspiración donde aprendían "lo de los demás".
"Ahora hay mucha menos diversidad, con palos como los fandangos del Gloria, la romera o la serrana que se pierden. El flamenco se escucha ahora en discos y este es un arte que requiere una ineludible cita con el duende, que salta en directo", afirma el crítico.
"Juan Talega decía que el cante se empieza a hacer con fundamento a partir de los cuarenta años y ahora a muchos gitanitos a los que le suena algo la voz lo que quieren es ser Michael Jackson, no Talega o Tomás Pavón", lamenta.
Grimaldos dice que él no sabe "qué es eso" del "nuevo flamenco", que el flamenco "lo es o no" y que esa etiqueta se utiliza ahora "de forma muy interesada y malsana para productos malos. No se puede pedir a la gente que pase aquellas penurias pero se puede hacer música de calidad".

2 comentarios:

Antonio Díaz dijo...

¡Ole! Lo que se aprende de flamenco -y de toros- con el Arolas.

`El flamenco se canta con faltas de ortografía..´No se puede decir mejor.

Las academias van a acabar con el toreo y el flamenco, y a ver qué hacemos nosotros...


Saludos

Juan Arolas dijo...

Antonio además de escribir de maravilla lees todavía mejor, por eso sacas tan buenas conclusiones. Nos quieren entre todos domesticar y hay que potenciar un poco la rebeldía bien entendida. El toreo, el flamenco, la poesía, la pintura no pueden perder su puntito salvaje. Ves a los toreros todos tan pijos y te da pena de la sociedad en la que viven. Y esto es otra cosa.