martes, 9 de noviembre de 2010

LA SOLEÁ EN LOS PIES


Antonio Montoya Flores, fue un caso aparte. Independiente, arisco y gitanísimo, en estas imágenes con su flequillo sobre su frente, es la reencarnación del mismísimo diablo en el baile. No le hacía falta ser esbelto, su cintura ancha con sus manos agarrándose la chaqueta, te guiaban hacia sus rabiosos pies, engranando sus movimientos como si de un Longines suizo se tratara. Acompañado de su cuñao Chocolate y de Morao, que ejercen de escuderos, el genio, con su mirada y risa sardónica prepara el final de la soleá, introduce un ritmo frenético, sus pies se escapan y la soleá, con ellos.


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