domingo, 12 de febrero de 2012

DE LIDIADORES Y "ARTISTAS"


Escribe Antonio Santainés, que Cagancho "necesitaba de toros lentos, suaves, pastueños y de buen estilo. Un toro, en ocasiones, muy raro". Estas palabras evidencian que raramente salía ese toro, y consecuentemente estos toreros irregulares y deficientes lidiadores, desarrollaban sus esencias plásticas en contadas ocasiones, lo que los dotaban de un aura especial.
Todavía en los finales de los años veinte, quienes se llevaban los honores y la gloria eran los lidiadores, palabra hoy en desuso. Lidiadores que desarrollaban frente a un toro de distinta condición, unas suertes donde tenían cabida términos como "someter", "poder", "mandar". Lidiadores que llegaban a la habitación del hotel con el traje sudado, y con el miedo metido en el cuerpo del toro que habían lidiado. Lidiadores que cuando relataban sus historias y proezas, todos los aficionados compartían y acataban sus manifestaciones.
Sin embargo, los lidiadores se fueron transformando en toreadores "artistas" al calor de unas reformas burguesas de la tauromaquia. El "someter", "poder" y "mandar" se convirtieron en estigmas que habían que eliminar a toda costa.
Al toro de lidia se le mutiló su diversidad genética y hoy en día, ese toro lento, suave, pastueño y de buen estilo, ya no es raro, es el normal, el aceptado.
Murieron los lidiadores, los toreros irregulares y nacieron los toreadores "artistas". Con su toro previsible y agónico, como es la Fiesta que han creado y que les puede devorar.

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