martes, 14 de diciembre de 2010

A QUE ESPERAN

Mientras en la actualidad Enrique Ponce, José Tomás y El Juli llevan años jugando al escondite entre ellos, transcribo este texo de Antonio Petit Caro en el que se describe magistralmente la competencia de la época dorada del toreo.¡¡¡A que esperan para revolucionar otra vez el toreo!!!

El año 1913 queda en blanco en la competencia de JUAN y de JOSE, porque hasta 16 de octubre de este año 1913 BELMONTE no alcanza el doctorado, cosa que hace en Madrid, de manos de "MACHAQUITO" y ante el toro "Lagartito", del hierro de los OLEA. Una tarde que constituyó un verdadero desastre de toros y toreros y que provocó la retirada de MACHAQUITO. Cuando el año 13 queda en blanco en la competencia de JUAN y de JOSE, los públicos le animan a GALLITO en la que será su primera competencia taurina: la de RICARDO TORRES "BOMBITA", con la que se resucitaba un viejo pleito de familia. En efecto, "BOMBITA" había establecido una competencia, que algunos estimaban interesada, con RAFAEL EL GALLO, torero que por sus características y su ánimo no era el más idóneo para este tipo de enfrentamientos. De hecho, en versión de los gallistas, esta competencia le hizo mucho daño a RAFAEL. Con JOSE será distinto. RICARDO TORRES había comenzado la temporada afirmando del menor de los GALLOS que era "un principiante sin categoría suficiente para medirse conmigo". A lo que JOSE contestó: "Con categoría o sin ella, no podrá evitar encontrarse conmigo". Y, en efecto, desde su primer encuentro en el ruedo de Sevilla, JOSE se muestra implacable con el viejo maestro, un acoso frontal que tiene su punto culminante en el ruedo de San Sebastián. Una pugna que se mantuvo hasta el 15 de octubre, la tarde de la retirada de BOMBITA. En el cartel le acompañaba, naturalmente, JOSELITO, además de RAFAEL EL GALLO y REGATERIN, en la lidia de ocho toros de García de la Lama. Cuentan que BOMBITA, tras estoquear a su segundo enemigo, le dijo a JOSELITO que "como yo he acabado mi vida de torero, no me ofrezcas banderillas en el último toro". Pero cuando llegó el momento, el de Gelves se fue decidido a por su competidor, para ganarle la última pelea, porque RICARDO TORRES sencillamente cumplió con los palos, en tanto JOSELITO dejo uno de los pares luego más alabados por los gallistas. Nótese, por otro lado, una nueva coincidencia entre JUAN y JOSE. Como veíamos antes, JUAN BELMONTE acompañó a RAFAEL GONZALEZ "MACHAQUITO" la tarde de su retirada, JOSELITO lo hace ahora con RICARDO TORRES "BOMBITA". Nos situamos así en las puertas de siete años, los que van desde 1914 a 1920, que constituyen la edad de oro del toreo. Siete años que por sí solo justifican la grandeza de la Fiesta. En línea con esa competencia con MACHAQUITO y BOMBITA, afirma ALEJANDRO PEREZ LUGIN DON PIO en la revista taurina, que tras JOSELITO se fueron los viejos partidarios de LAGARTIJO y buena parte de los que hicieron partido por MACHAQUITO, amén naturalmente de la familia gallista. En el partido de JUAN se integraron los anteriores partidarios de BOMBITA; unos, conscientes de su fe en la revolución belmontista; otros, sencillamente, como reacción frente al agravio que JOSELITO le había infringido a su ídolo. La afición entera formó banderías. Y así, en torno a JOSE se reunió la aristocracia de la época, mientras que JUAN acaparó a los intelectuales del 98. Según las anotaciones del conde de Colombí, JUAN y JOSE compitieron en 258 ocasiones en los ruedos. La primera ellas tuvo lugar el 21 de abril de 1914 en la Maestranza sevillana. Jornada memorable para el belmontismo. Conviene pararse en esta tarde, que los anales registran como una tarde primaveral, con sol y mucha luz. Había llegado JUAN BELMONTE a Sevilla la misma mañana de la corrida. Venía de Murcia, donde cinco días antes había resultado cogido. Los aficionados que fueron a esperarle a la Estación de la Plaza de Armas, pudieron comprobar el lastimoso estado en el que venía el torero, con la cabeza vendada, cojeando ostensiblemente. A duras penas se sostenía de pié. Los detractores de JUAN buscaron la justificación de inmediato:"Este lo que quiere es hacer el paseíllo, para luego dejar que JOSELITO y GAONA se traguen solos la corrida de MIURA". Cuando las cuadrillas hicieron el paseo la expectación había subido de tono. Nada hizo GAONA con el primer miura de la tarde. Peor le fueron las cosas a JOSELITO en el segundo. Cuando suenan de nuevo los clarines, JUAN se adelantó al tercio, afianzó en el piso la pierna lesionada y así esperó la salida del tercero de la tarde, un berrendo bien armado. Allí empezó la apoteosis. Al caer la tarde, en su casa de la Plaza de la Encarnación, EDUARDO MIURA recibió al mayoral: "Señorito, que JUAN BELMONTE le ha cogido al berrendo el cuerno por la mazorca...". "Falso", respondió enérgico el ganadero, quien para salir de dudas preguntó: ¿Pero tu lo has visto?". "Si, señoriíto, yo lo he visto". Cuentan que don EDUARDO con los ojos nublados salió despacioso del despacho. Por primera vez un torero se había atrevido a cogerle un pitón a un toro de MIURA. Anotemos aquí que la segunda vez que EDUARDO MIURA lloró fue una madrugada de Viernes Santos, cuando escuchaba la saeta que el gran MANUEL TORRE le cantaba al Cristo de la Sentencia, de la hermandad de la Macarena. Un gitanillo que presenciaba la escena comentó: "Fíjate, con la mala uva que se gasta criando toros, y ahí lo tienes, que me lo han hecho llorar". El 2 de mayo volvieron a coincidir en el cartel, ahora en Madrid. Al finalizar la temporada, las estadísticas dijeron que JOSELITO había vestido de luces en 75 ocasiones, con otras 36 perdidas por cogidas. JUAN, por su parte, lo hizo en 72 festejos, número también mermado por las cogidas. En su conjunto, la temporada había sido desigual. JUAN se anotó un triunfo importante aunque el protagonista le dio menos importancia que sus propios partidarios el 25 de abril en Madrid ante un toro de MURUBE. JOSELITO dio que hablar por los siete toros de VICENTE MARTINEZ que estoqueó en Madrid el 3 julio, la tarde en la que un revistero acuñó una frase luego muchas veces repetida: mató siete toros en siete cuartos de hora "sin despeinarse siquiera". Dejemos constancia, en fin, que en esta temporada del 14 conviene situar la célebre sentencia de GUERRITA: "Para que a GALLITO le coja un toro, tendrá que tirarle un cuerno. El que quiera ver a BELMONTE que vaya pronto, así no se puede torear". Al comenzar la temporada de 1915, según narra MANUEL CHAVEZ NOGALES, JUAN BELMONTE tenía un concepto máximo de su rival en los ruedos. "JOSELITO era un rival temible. Las circunstancias providenciales le habían llevado gozoso, casi sin sentir y como jugando, al máximo triunfo. Todo le hacía ser un niño grande, voluntarioso y mimado, que se jugaba la vida alegremente y tenía frente a los demás una actitud naturalmente altiva, como la de un dios joven. En la plaza le movía la legítima vanidad de ser el primero. Frente a él, yo tomaba la apariencia de un simple mortal, que para triunfar ha de hacer un esfuerzo patético. Creo que esta era la sensación que uno y otro producíamos"Todos los tratadistas coinciden en afirmar que esta temporada del 15 fue el año grande de la rivalidad. Aunque ya desde finales de febrero comenzaron a coincidir en los carteles, hubo cuatro tardes históricas: el 17 y 18 de abril en Sevilla y el 8 y 10 de mayo en Madrid. Probablemente, hubo éxitos mayores que los alcanzados ante las dos corridas de Gamero Cívico, la de Contreras y la de Santa Coloma que mataron en estas ocasiones. Pero, sin embargo, nunca hasta entonces se había desbordado la pasión entre los aficionados como ocurrió en estas cuatro tardes.La revolución de JUAN se había ido afianzando en un oficio hasta entonces ausente. JOSE, por su parte, se mostraba en plenitud de su magisterio. Antes de comenzar esta temporada del año 15, JUAN tuvo uno de esos detalles que le hicieron diferente: una mañana de invierno entró en una peluquería de Madrid y se cortó la coleta. Por su parte, JOSELITO tuvo gestos de los suyos: hasta en ocho ocasiones actuó en solitario. La última de estas corridas tuvo lugar en Valencia el 17 de octubre, ante siete toros de Miura. Un año antes, cuando en una ocasión similar pasaba de muleta al último toro de la tarde, del hierro de Contreras, un grupo de aficionados le increpó diciendo: "Todo eso está muy bien,...pero con toros de Miura". Al llegar al hotel, llamó JOSE al empresario y apalabró la corrida que cumplió este 17 de octubre, la tarde en la que, cuando iba a matar al sexto miureño, el de Gelves cogió la montera, buscó en su localidad a los discrepantes del año anterior y les brindó su muerte. La temporada de 1916 quedó prácticamente en blanco en esta competencia. JOSELITO contabilizó 105 corridas, en tanto JUAN tan solo llegó a las 43 por diversos avatares. Sin embargo, la efervescencia de los partidarios de uno y otro toreo sigue en alza. En 1917, las cosas poco cambiaron para JOSELITO. Hasta se repitió su dolencia invernal de las fiebres gástricas. Llegó a actuar en 103 ocasiones, a pesar de haber quedado fuera de la feria de abril en Sevilla, en el que fue uno de sus mayores disgustos profesionales, que el expresaba sencillamente: "los toreros que no torean la feria de abril, ni son toreros ni valen un real". JUAN BELMONTE, en cambio, comenzó la temporada en bajo tono, aunque sin embargo al acabar el año 17 todos coincidieron a afirmar que aquella había sido la temporada de BELMONTE. "Toreé 97 corridas afirmó luego el torero y estoqueé hasta 206 toros. No tuve ningún percance serio y mi entusiasmo por el toreo fue creciendo de corrida en corrida, hasta llegar al final de la temporada con el mejor temple y vibrando a un diapasón altísimo. Las corridas más sobresalientes fueron la del Montepío en Madrid, y las de Bilbao y San Sebastián". A la corrida del Montepío corresponde la célebre faena al toro de CONCHA y SIERRA, la tarde del 21 de junio. Durante la corrida los aficionados, sin duda para zaherir a BELMONTE, gritaban "Los dos solos" a JOSELITO y GAONA. En el sexto toro se produjo el milagro belmontista, en cuyo recuerdo JUAN mantuvo hasta su muerte la costumbre de descubrirse cada vez que pasaba por delante de la casa de CONCHA y SIERRA en Sevilla. Fue la tarde también en la que JOSELITO reconoció que más se había emocionado con el toreo de JUAN. La temporada del año 18 pasa íntegramente en blanco en esta rivalidad. En el invierno, durante la campaña americana, JUAN BELMONTE contrajo matrimonio y dejó ir la temporada. JOSELITO en solitario llevó el peso de la Fiesta, comenzando por buscarse competencia. Y la encontró pronto, en una figura naciente que se llamaba JOSE FLORES "CAMARA" y algo con FORTUNA y con SALERI II. El caso de CAMARA es de algún modo paradigmático en la personalidad de GALLITO. Había despuntado el torero cordobés como novillero y en cuanto pasó al escalafón superior se encontró con JOSELITO esperándole. Contaba hace años el que luego fuera famoso apoderado: "Mi fuerte eran las banderillas. De inmediato me buscó JOSELITO y a la tercera corrida que toreábamos junto me cogió el toro, porque me impuso ponerlas mejor que él y me obligó a dejarme coger. Su forma de competir era de hombre cabal, que iba siempre por derecho". Pero lo significativo viene ahora. Se le repreguntó a CAMARA como, siendo así, había aceptado el reto de GALLITO, a lo que contestó con rapidez: "Pero como no lo iba a hacer, si cuando íbamos haciendo el paseo ya me iba ofreciendo las banderillas". En este año 18, GALLITO cortó el primer rabo que se concedía en el ruedo de Madrid. Por lo demás, JOSELITO pasó por el peor trance de su vida: la muerte de su madre, la señá Grabiela. "Nadie más solo que yo", solía repetir el torero. Durante esta temporada, por cierto, JOSE utilizó habitualmente un capote de paseo de terciopelo negro sin ninguna clase de bordados. Un capote que quizá alguno de ustedes ha llegado a ver, porque con él hizo su último paseíllo otra figura histórica: ANTONIO BIENVENIDA. De nuevo juntos JOSE y JUAN, la temporada de 1919. BELMONTE reapareció con una destreza y una seguridad nueva en él. JOSELITO continuó siendo el lidiador consumado, que incluso había asimilado buena parte de la concepción belmontista del toreo. Un año que discurrió con la sencilla normalidad que imprimen los genios a su tarea.Así nos plantamos en el definitivo año de 1920, el año de Talavera.

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