domingo, 26 de diciembre de 2010

LA MALA FORTUNA DE RAMÓN


Seguro que al ver esta foto con estos dos grandes artistas, en el toreo Cagancho y en el flamenco Caracol, todos hemos pensado en Alonso Nuñez "Rancapino", otro pedazo de artista flamenco y gran catador del arte taurino.
Sin embargo el artista del centro de la foto no es sino su hermano Ramón Nuñez "Orillo del Puerto", el cual fue definido por la crítica como “tumulto de bulería en estado de gracia”. Su hermano Rancapino, dijo de él: «Era un artista, un bailaor, un cantaor festero, un monstruo que convencía con su arte». Aunque Orillo ha sido conocido principalmente como un maestro del cante y del baile, también tuvo un papel en la película ‘Currito de la Cruz’ en el año 1965. De él dijo el guitarrista Esteban de Sanlúcar: «Su cante es como se guisaba antiguamente un potaje de frijoles, que con una cabeza de ajo y un poco de pimiento molío se chupaba uno los deos; hoy, al querer mejorarlo con muchos ingredientes lo estropean echándolo a perder”.
Ramón fue un cantaor largo, rifado para cantar atrás por los bailaores. Sus siguiriyas, sus soleares, sus tientos, sus tangos, olían a antiguo. Sus alegrías, sus cantiñas, sus bulerías, tenían ese puntito y ese compás inigualable de las gentes del Puerto.Pero en las chuflillas se desahogaba y, al són de sus cantes burlones del “Cocherito Leré” o “de Matarile..”, a la vez que se cantaba, bailaba, remedando el salto de la cuerda o la comba, con una gracia indescriptible.
Durante veinticinco años, por todos los escenarios del mundo mundial, Orillo le sirvió de cantaor para bailar a Antonio Gades, enterrado en olor del comunismo. Durante veinticinco años, Gades le fue reteniendo la cuota de la Seguridad Social y se la embolsillaba. Así que Orillo se quedó sin pensión de jubilación. Y al cabo del tiempo, impedido, enfermo, desasistido, Orillo fue sesteando con su muleta por parques y jardines, por paradas de autobuses, viendo a unos, buscando a otros, “mangando”, que dicen los gitanos, sobreviviendo del cafelito que le “endiñaba” uno o de la caridad de otro, enseñando a todos las nóminas de la compañía de Antonio Gades y concluyendo inevitablemente con el “me cago en los ... de Antonio el comunista”, así, literalmente.

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