lunes, 2 de enero de 2012

AQUÍ NO SE PROHIBE EL CANTE

En algunas ciudades de la Baja Andalucía el término tabanco designa ese lugar donde jornaleros y gente sencilla se reunían para beber vino barato después de la jornada laboral. En la mayoría de ellos era común que el cante -entre gastadas mesas de madera y los nudillos de la mano para acompañarse- surgiera entre vaso y vaso para con él olvidar las penas o el cansancio. En otros tabancos, por el contrario, se veía mal que tal cosa sucediera y se solía colgar el conocido cartel de Se prohíbe el cante. Con los años, esos añejos espacios casi desaparecieron de nuestras calles, y los pocos que se conservan han perdido su antigua e importante función: la de refugio para tiempos difíciles donde echar para afuera las duquelas (penas) en forma de cantes que, de forma no intencionada, han hecho crecer nuestro arte.

El guitarrista Gerardo Núñez piensa que volvemos a vivir tiempos duros y se ha fijado en la vieja imagen del tabanco para su nuevo proyecto. Cuenta que le apena recibir mensajes de compañeros que tienen que vender sus guitarras para pagar las facturas y ha retomado su abandonada faceta emprendedora, que canaliza a través de la fundación que tiene constituida junto a su mujer, la bailaora Carmen Cortés, y con la que impulsaron las cuatro recordadas ediciones de Enclave del Sol, que se celebraron de 2006 a 2009 en una viña de su propiedad en las cercanías de la localidad gaditana de Trebujena.

Muy cerca de allí (calle del Vino Oloroso, 3, de Trebujena) vio la luz el pasado martes el nuevo proyecto de la Fundación Núñez-Cortés, el denominado Tabanco del Arte. Para crearlo los artistas se han tenido que emplear a fondo. No parece cosa fácil transformar una nave de un polígono industrial en un espacio cálido para la creación. El lugar tenía anteriormente funciones de guardamuebles para la escenografía de los espectáculos de la compañía de baile de Carmen Cortés: los centenares de zapatos de baile que caían del cielo en Las mujeres de Lorca, la verde hojarasca que decoraba la adaptación de Salomé, de Oscar Wilde... También, en los últimos años, se habían ido acumulando cubas de fermentación y botas de vino en las que el guitarrista conserva los caldos que producen las uvas de su viña. Poniendo en orden elementos tan variados, la fría nave ha logrado convertirse en el ámbito perseguido donde poder acoger conciertos sin prejuicios de género, pero también conferencias o cualquier actividad que precise de un lugar donde desarrollarse.

Para el guitarrista se trata de "crear un espacio para el arte en general donde poder expresarse y, a la vez, poder vivir de nuestro trabajo". Para financiar el proyecto, que obviamente no tiene afán lucrativo, Núñez aspira por ahora a una fórmula semiprivada con aportaciones de los asistentes y sin tener que enfrentarse a la normativa municipal de locales públicos. "Se trata de que el Tabanco se autofinancie al igual que los cursos de Sanlúcar, donde llevamos 22 años". Pionero en la autogestión de su propio trabajo, Núñez piensa que, en estos tiempos en los que nos van a hacer pagar por todo, "hay que acostumbrarse a pagar por nuestro arte y a hacernos respetar porque tenemos una de las expresiones artísticas más importantes del mundo". "Tenemos que empezar a creernos importantes y darnos valor añadido", subraya. Curiosamente, y como ejemplo, el guitarrista aporta uno extramusical: en los conciertos, y al igual que en los antiguos tabancos, solo se servirá vino y agua, "nada de refrescos o destilados", añade, pero, además, se servirá en copas de cristal, un recipiente que dignifica el producto de la uva de la misma forma que el Tabanco del Arte aspira a dignificar la música o cualquier otra manifestación artística.

En la fiesta de inauguración del Tabanco, los anfitriones, Núñez y su mujer, se encontraron arropados por muchos compañeros de profesión. Entre otros, Antonio Carrión, Javier Patino, Manuel Valencia, Ángel Cepillo, Rafael de Utrera, David Carpio, Andrés Peña, Pilar Ogalla, Alba Bazán, Manuel Lin o José Pruaño. Sus aportaciones fueron como primeras piedras de este edificio de arte que se quiere construir.

El País. Fermín Lobatón

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