viernes, 18 de marzo de 2011

MEMORIA TAURINA: QUE NO OS ENGAÑEN


La historia del prostituto Molés es sobradamente conocida por todos. Empezó en el diario Pueblo mangando mil pesetas por corrida y tarde, cuando su jefe, Gonzalo Carvajal, tenía la tarifa de diez mil pesetas. Se abrió paso en el humillante oficio de servir, como negro, a Mariví Romero, cuando su ilustre padre la metió en el periódico y en televisión. El Fenicio Molés escribía las crónicas y los guiones y, cuando despareció el poder de don Emilio Romero, a su hija y benefactora, la dejó tirada. Conservo las crónicas escritas con la misma máquina y en el mismo papel timbrado del Hotel Astoria de Valencia, donde Molés escribía dos crónicas de la misma corrida, aunque una, la firmaba como Mariví Romero. Molés es mucho más ladino y más habilidoso que el fantasmón del Palabrero. Es un especialista en el pelotilleo y, se da el caso que, publica, en un periódico de Salamanca, el mismo artículo que le sirve de editorial en la cadena Ser y en otras publicaciones donde imparte su "maestría". Es como un gitano que cambia varias veces la misma burra. Se da por cierto que, un modesto torero salmantino -tampoco hace falta dar el nombre- ha tenido que pagar cuatro millones de pesetas por "cuidarle la temporada". El chico sólo ha toreado veinte corridas de toros y, con semejantes ingresos, ya podemos hacernos una idea de cuanto le habrá quedado, tras todos los gastos y, como explico, haber pagado el "impuesto revolucionario". Imaginaros cómo será el sablazo a los que torean más de cincuenta corridas de toros. También, con semejante personaje, la ostentación de riqueza es escandalosa. Otro cochazo de súper lujo y, un piso de más de trescientos millones de pesetas que, unido a su tren de vida, dan la medida del personaje. Todo esto, me ha pillado ya demasiado viejo y, ante todo, demasiado vago y hastiado de tanta inmundicia del periodismo taurino. Hace diez años los hubiera mandado todos a las cloacas. Pero estoy cansado y no es cosa de volver a empezar como en los años sesenta donde, entré en Informaciones en el mes de abril cuando sólo tiraban siete mil ejemplares y, en octubre del mismo año, sobrepasábamos los cincuenta mil ejemplares cada día que salía el sol, precisamente, cuando ser periodista, era una profesión honrada y todos luchábamos en defensa de la verdad. Claro que, para todo esto, entonces, teníamos el apoyo de editores y directores que apostaban por una ética que ya no existe. En mi época, se acabó con Manuel Lozano Sevilla que, robaba a los toreros amparándose en su condición de taquígrafo de Franco. Ahora, con la democracia, nadie persigue a los depredadores. Y la fiesta se hunde mientras ellos amontonan riquezas, de forma ilícita, tal y como queda explicado.

Autor: Alfonso Navalón - Crítico taurino.

4 comentarios:

gregoriotebarperez dijo...

Si Sr, tienes toda la razón a mi me trinco 300.000,pts del ala. Junto a su socio en el enjuague, Manolo Lozano. Vaya par de golfos.
Preguntale a Juan Jose.a Gabriel de la Casa.....

gregoriotebaperez dijo...

Me refiero a Lozano Sevilla....
Y que cada uno aguante su vela.

Anónimo dijo...

Maestro Gregorio, es una lastima que los toreros no cuenten lo que pasa en los despachos.

Si lo cuentan estando en activo, ya se pueden retirar, pero podian contarlo en anonimo o ayudar de alguna forma a que se sepa lo que pasa.

En fin: pienso que el submundo del toreo es horroroso para los que quieren triumfar y se guejan la vida

I. J. del Pino dijo...

Nada nuevo bajo los designios del señor. Menos mal que aquí, tarde o temprano, nos conocemos todos. Se jubilará algún día? porque años tiene...