miércoles, 30 de noviembre de 2011
EN HOMENAJE A DIEGO PUERTA "VALOR".
DIEGO PUERTA Y ESCOBERO
El diestro sevillano alternaba aquella tarde con Curro Girón y Antonio Cobos, a pie, y el rejoneador Ángel Peralta, a caballo. El número del 5 de mayo la revista El Ruedo narraba en la crónica del festejo: "Cuando salimos de la Plaza de la Maestranza tras la cuarta de Feria, sólo había un nombre en los labios: Puerta. Diego o Dieguito Puerta. Hemos dicho en los labios; mejor se diría en las gargantas, pero hecho un nudo de emoción. Había toreado fuera de serie, y sobre todo había tenido un gesto, que le llevó a la enfermería, donde don Antonio Leal y su equipo le recibió, aplaudiéndole y tirándole el sombrero a los pies, mientras "Angelete" daba la vuelta al ruedo, temblorosa su enorme humanidad de emoción, con la oreja del triunfo en la mano y de los tendidos caía la catarata de la ovación interminable".
El texto proseguía: "Perdónesenos que alteremos el orden de las cosas y hablemos primero de la segunda faena de un torero que no era el primero de la terna. El gesto rompe los moldes y supera el orden numérico. Diego Puerta, pequeño, débil, con muchas cicatrices en el cuerpo, después de haber sido volteado aparatosamente, con impresión de cornada mortal, por dos veces, por un toro de 593 kilos, que llevaba en los cuernos sangre de dos caballos, se volcó materialmente sobre el morrillo y lo mató de extraordinario volapié, siendo herido por el asta izquierda en el cuello, exactamente por donde pasa la yugular. El toro cayó hacia la derecha y el torero hacia la izquierda. Pero Dios veló este gesto de valor, y el torero, terriblemente castigado, volvió a la plaza a bregar hasta el último instante, junto a sus compañeros".
La crónica, firmada por Don Celes, añadía sobre la histórica faena de Puerta: "Con el gesto culminó la faena. Pero la faena había tenido lugar, larga y completa, para un toro que, como miura, aprendía a cada pase y cada vez se resistía más a pasar. Con la derecha y con la izquierda, Diego lo hizo pasar, quieto y pinturero. Y por ambos lados acabó siendo cogido por un toro que, entre otras cosas, había dejado sobre la arena a un caballo. Y al que por cierto Diego recibió con unas verónicas perfectas, que el público no captó del todo, embebido en las evoluciones de cierto "espontáneo" que se arrojó al ruedo".
Tras analizar la actuación de los otros actuantes, el texto concluía: "Hemos dedicado a Puerta la primera parte de la crónica. Sea para los toros la parte que cierra. Es también un honor. La miurada conoció, como el año pasado, el "No hay billetes". Pero superó en presentación, con una media que se acerca a los seiscientos kilos, cifra que rebasaron dos. Seis catedrales, sí señor. Ahora que estamos en lo del peso, ¿hay quién dé más?".
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