Si desde dentro nos quieren cimentar la tauromaquia del siglo XXI, sobre la base de un monotoro cogido con pinzas y unas suertes en las que priman las líneas oblicuas sobre el círculo, el ponerse bonito sin sentimiento y el esconder la pierna que da respeto al aficionado, pésimo favor le hacemos a este espectáculo. Si la prensa especializada premia esos conceptos como espejo, se pone de manifiesto que el genocidio al que se le está sometiendo a la historia de la Fiesta, terminará dando unos frutos muy poco deseables. Llama poderosamente la atención que dicha prensa no cuente la realidad y genere conciencia de protección de este espectáculo tan "sui generis".
Es hora de que salga una nueva generación de periodistas independientes, que lleven a cabo una regeneración de los conceptos básicos y éticos de la tauromaquia. Que expliquen si la diversidad del toro, que ya no de encastes, es bueno o malo, si lidiar un toro serio es bueno o malo, si el acudir dos veces al caballo de picar es bueno o malo, si torear despegado es bueno o malo, si torear componiendo la figura a toro pasado es bueno o malo, si torear con la pierna escondida es bueno o malo... Tan sencillo como hablarle a un niño, " o bueno o malo".
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