lunes, 20 de septiembre de 2010

LUCIÉRNAGAS: CURRO DÍAZ, EL "COMPÁS" COMO FUERZA MOTRIZ

Una de las características más bellas que el toreo puede alcanzar, es que las distintas suertes que se ejecutan tengan “compás”. Su aparición no es tarea fácil, pues es necesario que el torero sea poseedor del mismo y además lo pueda desarrollar ante las embestidas del toro. Curro Díaz es uno de sus más fieles guardianes y sabe que cuando le brota su “compás”, como ha acontecido en NIMES, su toreo tiene el poder de llegar como un relámpago sonoro y luminoso. De él se ha dicho que es como un Mick Jagger andaluz por su melena larga y sus chalequillos abiertos. También lo han comparado con los bluesman negros de Nueva Orleáns, por su carrera tan clandestina. Incluso hay quienes han llegado a equiparar su talle con el de los bailaores gitanos, y no se equivocan del todo, ya que por su sangre corren lágrimitas gitanas de su bisabuela Encarna y el flamenco ha estado presente en su casa, gracias a su tío abuelo Miguel "Tenazas", que hizo carrera en el madrileño tablao Villa Rosa. Ignoro si todas esas comparaciones musicales son apropiadas, pero una cosa es segura: cuando surge su “compás”, el toreo de Curro te embriaga como el buen vino.


En la feria de la vendimia de NIMES, su afrutado capote llenó el aire francés de un aroma inconfundible. Su aterciopelada muleta perfumó toda la faena dotándola de musicalidad, surgiendo redondos largos rematados detrás de la cadera, naturales desmayados de ensueño, el molinete con el travieso cambio de mano y el de pecho, quedarán para siempre en el museo de las retinas de los aficionados. Lo pasaportó de un espadazo como colofón a la obra bien hecha. Pero siempre, siempre, tuvo en su “compás” la fuerza motriz que lo mueve todo... todo.

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