lunes, 9 de agosto de 2010

LA SEMANA DEL TAURO: EL RESPETO Y LA SENSIBILIDAD QUE SE PIERDE

Me llamó mi amigo Paco Haro del restaurante La Mezquita en Guarromán, “oye que hay que ir al Puerto, que ya el año pasado no fuimos y eso no puede ser, vamos tú, Javier Moreno y yo, allí nos están esperando Pepe Limeño y el Tito”. Y para allá que nos fuimos. En la intimidad del viaje se habló del estado de salud del mundo del toro, de empresarios, de apoderados, de toreros, de toros y de la sensibilidad y respeto que existe y que no se debe de perder. Sensibilidad que recorre toda la piel de toro, desde la Salamanca de los Pérez Tabernero hasta el Cádiz de Pepe Limeño. Con su suave tono de voz y la elegancia de su hidalga figura pamplonesa, nos contó Javier Moreno que en la finca de su suegro Antonio Pérez Tabernero, tienen habilitado un pequeño cementerio donde descansan sus familiares fallecidos, cuando por primera vez vio como el ganadero, el mayoral y los vaqueros se destocaban de sus gorras y sombreros al pasar por aquel remanso de paz, sintió como aquel gesto de respeto y sensibilidad le recorría toda su alma. Por cierto, dicha imagen la tienen recogida en un cuadro que refleja ese emotivo momento.
Estuvimos comiendo en Sanlúcar y allí el Tito, puro sanluqueño de oro fino como la manzanilla, ante mi comentario de lo mucho que quieren al maestro Limeño en su Sanlúcar, me susurró: "pues tú verás si lo quieren, el maestro tiene un monumento en la plaza de toros de aquí y hay una mujer que cuando pega el sol abrasador le pone un sombrero y cuando llueve le coloca su paragüitas pa que no ze moje".
Lo que yo digo, que para los vivos también hay respeto y sensibilidad, pero es cuestión de ganársela...





De arriba a abajo: Tito, Javier Moreno, Paco Haro, Pepe Limeño y Bigote.

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