lunes, 21 de diciembre de 2015

EL SALVAJE RUGIDO DE CHOCOLATE POR SIGUIRIYAS. 1968 CON PACO DE LUCIA EN LUCENA



Chocolate en estas siguiriyas muestra su veneración por Manuel Torre, aunque las dota de su propia personalidad. Así, en la primera se recogen reminiscencias de la versión de Manuel Molina que cantó el tío de Manuel Torre, Joaquín Lacherna. 

En la segunda y tercera se inspira en versiones de Francisco la Perla con aires del Viejo de la Isla

Por último, finaliza con la siguiriya considerada como una recreación de Curro Durse, siendo uno de los cantes más estrechamente relacionados con Manuel Torre. 


sábado, 19 de diciembre de 2015

CARACOLES

ANTONIO CHACON


NIÑA DE LOS PEINES

MOJAMA


NIÑO DE ALMADEN


CHOCOLATE


ENRIQUE MORENTE


ROCIO MARQUEZ

domingo, 13 de diciembre de 2015

SI PREGUNTAN POR QUIEN DOBLAN



del convento las campanas,
si preguntan por quien doblan
dile que doblando están
a mi muerta Esperanza



jueves, 15 de octubre de 2015

ANIMALISTAS


A un torito en la plaza
no le temas tú tanto 
como a una malina lengua
y un testimonio falso

domingo, 4 de octubre de 2015

TOREO DE VERDAD

EL HILO DE LA VERDAD
POR MUCHO QUE LO ADELGACEN,
EN LA VIDA QUEBRARÁ




domingo, 13 de septiembre de 2015

LA TARANTA DE LINARES




 Sea en las tascas, aguaduchos, cantinas, cafés cantantes o en cualquier otro reducto capaz de cobijar al hombre, el caso es que el cante flamenco forma parte de la vida y de las diversiones linarenses de las mas distintas clases sociales, pudiendo afirmarse con certeza que, este arte, es un producto cultural aceptado por la globalidad del pueblo de Linares en los arranques del último tercio del siglo XIX, algo casi insólito en la propia Andalucía Baja.
  Signo del arraigo del cante popular es que la ciudad cuenta en los años de esplendor con dos constructores de guitarras, algo que no sucede en numerosas poblaciones consagradas como santuarios del cante jondo. Así Juan Sánchez Jiménez, malagueño de Coín, se establece en 1860, en la calle Corredera y en los bajos de la casa en la que luego nacería el magistral Andrés Segovia.
  De esta soberana afición minera, lo que resulta de mayor interés es su veta artística; un rico filón de hombres, payos y gitanos, nacidos en Linares que triunfan en Madrid y otros epicentros flamencos, como Basilio, genial intérprete y uno de los históricos pioneros del cante por tarantas, quien metiese por estos cantes a Escacena, José Yllanda (solearero de postín y estilo propio), o Enrique el Jorobao, inmenso bailaor, todos los cuales vienen a beber las músicas mineras, la taranta enraizada en la médula del ser linarense. Otro sobresaliente cantaor es Joaquín Vargas Soto, el Cojo de Málaga(Fig.8),uno de los grandes taranteros, iniciado artísticamente en Linares de la mano de sus mentores El Grillo y El Sordo.



Y como al Cojo de Málaga, hay que relacionar con Linares y sus cantes a dos grandísimos maestros de todos los tiempos, el gran Silberio y Manuel Torre.
  En el siglo XX Linares aporta una serie de famosos cantaores como Personita, La Niña de Linares, Rubia de las Perlas, Andrés Heredia o Juan Soler. En lo que respecta a la taranta, Linares continua siendo fuente viva, llama inextinguible de la pureza tarantera en las gargantas de El Cabrerillo, Frutos, El Tonto de Linares, El Poyo, El Vagonero, El Niño de Marchena, Juan Valderrama, Rafael Romero “El Gallina”, Canalejas de Puerto Real, Enrique Orozco, Alfonso Chozas, Pepe Palanca, el Niño Barbate, Pepe el Culata, Curro de Utrera, José la Luz, Luquitas de Marchena, Simon Serrano, El Arriero, y un larguísimo etcétera.
  En los años de la crisis de la guerra civil española (1936-1939), la recia taranta que hasta ese momento rebotara de esquina en esquina altiva y desafiante, se esconde en domicilios de mala nota, pero de honda flamenquería.
  Desde el año 1.963, con la intención de rehabilitar la taranta, se celebra en Linares el Concurso Nacional de Tarantas, en honor del minero, intérprete tradicional de este estilo especial de cante flamenco, considerado como una de las canciones más difíciles de interpretar. El primer concurso fue ganado por Canalejas de Puerto Real y José Mendoza Cabrerizo. Cantaores de Linares que han ganado el concurso en numerosas ocasiones son Coronel, Antonio Moreno, Manolo Romero, Manolo Linares, Joselete y la gran Carmen Linares.



jueves, 28 de mayo de 2015

BERGAMIN POR JOSÉ SUAREZ-INCLÁN

Estamos de enhorabuena. Los aficionados al pensamiento, a la literatura y a las artes en general (incluido el toreo) tenemos un nuevo aliciente para estas “navidades en crisis”; un libro importante para leer; una alhaja, sin fecha de caducidad, para regalar. El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha editado —con exquisito gusto, por cierto— y con el título José Bergamín. Obra taurina, los escritos fundamentales sobre toros del gran ensayista, poeta y dramaturgo español, recogidos en un solo volumen. 

Nadie ha escrito sobre el toreo como José Bergamín. Nadie ha tocado este arte, con la palabra, como se toca con ella al ser humano: tan dentro y tan fuera, desde el calor de las entrañas al aire luminoso del espíritu. Hace unos días, mientras veíamos al Atleti, en singular partido, jugar en un estadio sin público contra un equipo holandés, despistados del balón por el silencio del campo y las cervezas, me decía un amigo: a mí me gusta más la literatura taurina que los toros. A mí no. Pero casi. Naturalmente, hablaba de Bergamín.

Lo conocí, en los 70, a través de su nieta Ana. Y tuve la sensación inmediata de que por sus ojos —agudísimos, taladradores, irónicos— se paseaba, entre veras y burlas, toda la historia española. A veces las sensaciones no están tan lejos del pensamiento. Al menos del pensamiento intuitivo, del sentido pensamiento bergaminiano. Vivía en un ático, pequeño, una buhardilla madrileña de los Austrias, como un diablo cojuelo, por donde el amor de algunos andaba a gatas y el rencor de muchos se complacía en verle relegado al ninguneo histórico: esa suerte de disimulado olvido que esconde las mezquindades y envidias de poderosos y mediopensionistas.Yo sabía de Bergamín lo justo (o sea, lo injusto): Que era un escritor agudo, brillante e ingenioso; republicano, católico y comunista; original y contradictorio, centro de los saraos culturales y festivos del 27 y ardoroso defensor intelectual de los toros. Sus breves ensayos taurinos (El arte de birlibirloque, La estatua de don Tancredo y El mundo por montera) era cuanto había leído de él. Y por alguna razón incomprensible lo imaginaba gordo —su foto no estaba en los libros de literatura, hoy casi tampoco— pese al sonido diminutivo de su apellido. Me impresionó toparme con un esqueleto.

José Bergamín expresó como nadie cosas que andan en cuerpo y alma de todo aficionado: que el toreo, “puro juego inteligible”, es “propiedad de finísimas sensibilidades”. Y es que el toreo es tan fácil de apreciar (entra por los ojos) como difícil de explicar (se queda en el alma). Requiere un alma de alta sensibilidad —“La inteligencia del toreo es tan sensible que dice: mírame y no me toques”— y una disposición de libre humanidad. Por eso es espectáculo —o fiesta— tan popular: “lo popular siempre es minoritario”, “el pueblo en la plaza es el torero”, decía el astuto y birlibirloquesco torero José Bergamín. Tan poco político y tan poco correcto. Tan poco políticamente correcto y tan apasionadamente humano. 

Lo visité varias veces en su “churrería poética” de la Plaza de Oriente; me quiso apoderar una corrida en la plaza de Vista Alegre de Madrid y me regaló, con cariñosas dedicatorias, varios de sus libros. Una vez me dejó llevarle la contraria durante largo tiempo en una conversación sobre Joselito y Belmonte (¡lo que es la inexperiencia y la osadía de la juventud!) a quienes, naturalmente, yo no había visto. Se reía ante mis críticas al Arte de birlibirloque, en donde tomaba apasionado partido por José, arremetiendo contra el toreo de Juan. Cuando ya me iba, recogió el catavinos vacío, se agachó para abrir un pequeño armario, sacó un libro, me lo dedicó, me pintó un toro que parecía un gato, bajo el que escribió "Yo soy un toro difícil", y nos despedimos. Aquel libro, Ilustración y defensa del toreo, en el que Litoral reeditaba sus tres primeros ensayos taurinos, hacía en su prólogo —El espíritu del toreo—, una encendida exaltación del toreo de Juan Belmonte. Compartí con el maestro la devoción por los grandes poeta Augusto Ferrán y Rafael Soto Moreno. Cuando no me atreví a debutar en Carabanchel, en la novillada que me organizó —¿sería verdad?—, me trajo Ana un libro, que estaba a punto de salir. Se llamaba La música callada del toreo y estaba dedicado a Rafael de Paula. En la página en blanco escribió: "A mi amigo José, que no quiso ser torero. Su amigo José Bergamín”. Y desde entonces he releído a menudo estas dolorosas palabras suyas: “Hay muchos casos en la vida — en las artes, en las letras, en la política— como el de Curro Cúchares. Hay muchas conductas humanas que empezaron dando su vida por su verdad y acabaron por invertir los términos, dando su verdad por su vida; acabaron por hacer trampas”. 

No fue el caso de Bergamín; el hombre que hubo de renunciar a todo por haber tomado al pie de la letra las palabras de Ortega y Gasset de que “la vida cobra sentido cuando se hace de ella una aspiración a no renunciar a nada”.

Tengo la impresión de que José Bergamín se murió de pena; andaba muerto de pena desde hacía tiempo, mucho tiempo; traspasado por un cuchillo de palo en un solar de herreros, y peregrino en su patria. Ya es tarde para sacarlo de la buhardilla. Pero no para leerlo. Bienvenido sea.

jueves, 7 de mayo de 2015

LAS VIDAS MÚLTIPLES DE IGNACIO SANCHEZ MEJIAS


Por Aquilino Duque. Escritor español nacido en Sevilla el 6 de enero de 1931. Fue distinguido con el Premio Nacional de Literatura de 1974. Anteriormente había obtenido el Premio Leopoldo Panero de poesía en 1968, el Premio Ciudad de Sevillade novela en 1970 y el Premio Fastenrath de la Real Academia Española en 1972.

Hace unos años, el literato lisboeta Joaquim Montezuma de Carvalho estaba interesado en conocer la hora exacta en que Ignacio Sánchez Mejías recibió su cornada mortal en Manzanares, ya que las cinco de la tarde del Llanto no le parecía con razón una hora muy exacta. Hablé por teléfono con Pepín Bello, quien poco me pudo aclarar pues me dijo que él estaba nada menos que en Rota la tarde de la corrida, pero tuve ocasión de saludar en un bar de Llanes a Alfredo Corrochano, único superviviente de los participantes en aquel trágico festejo. Corrochano no recordaba bien la hora en que éste dio comienzo, pero sí que quien rompió plaza fue el rejoneador Simão Da Veiga que, por tener que viajar para atender otro compromiso, alteró el orden de la lidia rejoneando sucesivamente los dos toros que le correspondían. Si la corrida empezó a las cinco, el toro de la viuda de Ayala que corneó a Ignacio y que salió en tercer lugar, no pudo hacerlo antes de las cinco y media, de suerte que la cogida debió de producirse entre las cinco y media y las seis menos cuarto. Decía Valle-Inclán en una carta al pintor Romero de Torres que nada es como es, sino como se recuerda, y el reloj de la plaza de Manzanares se detuvo para la posteridad a las cinco por obra de la poesía. Algún motivo debió de tenerLorca para poner esa hora, que a la fuerza hemos de dar por buena los que creemos que el Llanto es una de las obras cumbres de la poesía española en el siglo XX.

Ignacio Sánchez Mejías debió de ser una fuerza de la naturaleza a la que todo le venía estrecho, empezando por las plazas de toros. Poco a poco han ido desapareciendo los que lo conocieron y trataron, así que todo cuanto sabemos ya de él es de segunda mano, de lecturas o de una tradición oral a la que se le ha echado toda la fantasía que merecía tan legendario personaje. Debo decir que a mí me seduce desde la infancia, pues aún vibraba el eco de su trágica muerte cuando yo alcanzaba el uso de razón. Ni llegué a verlo torear ni, lo que es más imperdonable, he leído sus obras teatrales, pero recientemente ha caído en mis manos la novela La amargura del triunfo, rescatada y puesta en limpio porAndrés Amorós, que la precede con un amplio estudio. Esa novela no está nada mal y a mí me inspira el respeto de todo aquel que habla de lo que sabe y cuenta lo que conoce, y nadie le va a regatear a Ignacio Sánchez Mejías "la madurez insigne de su conocimiento". Claro está que algunos capítulos están apenas desarrollados y que el asunto daba para el doble de páginas, pues al fin al cabo el material sobre el que Amorós ha trabajado es un borrador que el propio autor, al que no le faltaban buenos asesores en su entorno inmediato, podría haber pulido y ampliado. Lo que no estoy seguro es de que hubiera encontrado el momento de sosiego para hacerlo, pues Ignacio fue lo que se dice un "hombre de acción" que además quiso vivir varias vidas y vivirlas con prisa, como si supiera de antemano que disponía de poco tiempo.

Para empezar, era en él sumamente aguda la propensión viril a la poligamia, por decirlo finamente, y son mujeres las que, con el recato de otros tiempos en se guardaban más las formas, nos han hecho el relato de sus conquistas extramatrimoniales. Estas no se redujeron a Encarnación López La Argentinita, sino, que sepamos, incluyeron a amigas o presuntas amigas de dos memorialistas: Mercedes Formica y Marcelle Auclair. Mercedes nos describe la difícil convivencia de Ignacio en Pino Montano conLola Gómez Ortega, su legítima esposa, y sus borrascosas relaciones con la esposa de un respetable sevillano dueño de un colegio cuyo nombre no da y que tampoco voy a dar yo. También habla Mercedes de la verdadera identidad de la presunta amiga deMarcelle Auclair que no es otra que la propia Marcelle. No recuerdo ahora cuál de las dos refiere cómo se presenta Ignacio en París en casa de Marcela a la que intenta llevarse de vuelta a Madrid en las propias narices de su marido Jean Prevost. Marcelle Auclair, hispanista de nota, biógrafa de Santa Teresa, en cuyas manos depositóGarcía Lorca el manuscrito de El público la última vez que se vieron, tiene un libro que no me canso de recomendar y que tradujo al castellano Aitana Alberti. Ese libro se titula Infancias y muerte de Federico García Lorca, que no sólo es un estudio penetrante de la vida del poeta a través de su obra teatral, sino que en él se da cuenta de las pesquisas que hizo la autora en Granada para esclarecer las circunstancias de la muerte de Federico, y hay que decir que no dejó piedra sin remover, de suerte que nada nuevo ha sido capaz de añadir toda la necrofilia posterior, incluidos los profanadores de tumbas de la memoria senil.

Cuando Alberti escribió sus deliciosas Chuflillas del Niño de la Palma, Ignaciocomentaba que qué pena haber hecho unos versos tan buenos a un torero tan malo. La propia carrera taurina de Ignacio, interrumpida varias veces, y compartida con otras carreras, la literaria, la académica, la deportiva, la de mecenas, pues fue presidente del Betis Balompié y de la Cruz Roja sevillana, amén de anfitrión y padrino de la desde entonces llamada Generación del 27, fue un reflejo de sus infidelidades amorosas, pero fue en ella en la que alcanzó su mayor triunfo: el de la muerte en el ruedo y el de la deslumbrante elegía a que dio lugar. Nada de lo que se escribió que fue mucho estuvo a la altura del Llanto de Federico. También los pintores pusieron manos a la obra y entre ellos hay que destacar dos: José Caballero, con esas manos superpuestas que tratan de tapar la vista de la sangre derramada, y Pablo Picasso que, metido de hoz en coz en su Tauromaquia, bosquejó el gran cuadro que a la vuelta de tres años no tendría inconveniente en despachar como Guernica. El Guernica no representa ningún bombardeo, sino la muerte de un torero, con el toro encampanado, los caballos espantados, las plañideras gesticulantes, la bombilla de la enfermería y el estoque partido en primer plano.

Entre los amigos de Ignacio que yo haya alcanzado a conocer están, además de los citados Pepín Bello y Alfredo Corrochano, Pilar López y José María de Cossío, que yo recuerde. Mención especial merecen dos de ellos a los que me unió gran amistad: Romero Murube y Manuel Halcón. Quiere eso decir que tuvo amigos en todas las vidas que vivió o intentó vivir. La última vez que volvió a los toros fue en Cádiz en abril de1934, el año de su muerte. Días antes hizo una visita al castillo de Santa Catalina donde estaba preso otro amigo suyo: el general Sanjurjo, que dos años antes, un 10 de agosto, había intentado sublevarse contra la joven República que él mismo había ayudado a traer.

lunes, 4 de mayo de 2015

ESTO SE MUEVE

En los últimos días el toro se ha movido y con él la tauromaquia.


domingo, 19 de abril de 2015

martes, 31 de marzo de 2015

PARA ESCUCHAR

Cuando cortar doce orejas y algún que otro rabo era lo normal... Y había ganaderos.

domingo, 29 de marzo de 2015

ETICA


Un hombre 
que no arriesga 
nada por sus ideas,
o no valen nada sus ideas,
o no vale nada el hombre

domingo, 22 de marzo de 2015

Galanismos

Hay un momento en que te vas aislando, eligiendo tus compañías, ya te has cumplido, te has realizado y entonces sigues siendo tú, aunque moribundo.

Antonio Gala



SOLEA

sábado, 21 de marzo de 2015

A la contra



Sale el sol cuando es de día
y para mí sale de noche
hasta el sol  va en contra mía

sábado, 28 de febrero de 2015

Pues por este... Antonio Burgos

Pues por este...
Pues por este no he oído yo a nadie decir: "Yo me conformo nada más que con verlo hacer el paseíllo; aunque luego no haga nada, ya doy por bien empleado el dinero de la entrada".Pues por este cuando preguntan por un cartel en el que figura nadie dice que torean él y dos más.
Pues por este no fue creado el Domingo de Resurrección como fiesta mayor del toreo según Sevilla, con misa grande de tres capas en forma de tres capotes de paseo y el recuerdo del incienso del Baratillo y de la Carretería aún por la Puerta del Arenal cuando se va camino de la plaza.
Pues por este nunca se abrió el palco del Príncipe para que viniera a verlo su máxima y más egregia partidaria: S.A.R. Doña María de las Mercedes de Borbón y Orleáns, Condesa de Barcelona, esposa de Rey y madre y abuela de Rey.
Pues por este no se hartan las gitanas de vender ramitas de romero para que se las ponga la gente en el ojal de la solapa con esa alegría de ir a la plaza con la esperanza de ver algo grande.
Pues por este no se compran sus detractores rollos de papel higiénico para tirárselos en la plaza, que ya hay que odiar a un torero para ir a la droguería o al Mercadona, comprar un paquete de rollos de papel higiénicos, guardarlos hasta el domingo, cogerlos el domingo, meterlos en una bolsa, llevarlos en el autobús o en el coche, sacarlos del autobús o del coche e ir cargando con ellos hasta la plaza, y entrarlos sin que te digan nada los porteros, y tenerlos allí entre las piernas, con lo estrechos que son los asientos de los tendidos de sol, y al final, ¡zas!, lanzarlos, pero no desenrollados como si estuvieras en el Gol Sol cuando los goles, sino enteritos, y si le pegas con el rollo de papel hiogiénico en toda la cabeza, mejor, más contento que te pones, so mamón.
Pues por este nunca he visto yo que se haya llenado de almohadillas el ruedo de la plaza de los toros de Sevilla, con el trabajo que le da luego a los areneros recogerlas y ponerlas en su sitio, sucias además del pisoplaza si ha llovido y están todas enguarradas del barro de albero, que hay que limpiarlas una por una, ¿no, Ventura?, un lío...
Pues por este no le he oído yo a nadie gritar desde un tendido de sol: "Mañana va a venir a verte tu puta mare...¡y yo!".
Pues por este nunca he escuchado yo tampoco gritar: "Te odio".
Pues por este, en una tarde de las malas, malas, tampoco he oído yo que le dijera un conformista, resignado: "¡Ya vendrá el verano...!
Pues por este no he visto yo a la gente que saliera por el Paseo Colón pegando lambreazos por verónicas o ayudados por bajo.
Pues por este no he visto yo que hayan despedido, por defenderlo frente a un cliente, a un dependiente de Arance, ni que luego hayan tenido que readmitirlo porque un juez haya dicho en una sentencia que seguirlo y admirarlo debe tener el mismo respeto que una religión, pues las creencias profundas de fe y arte están protegidas por la Constitución.
Pues por este no he visto yo que hayan abierto cinco veces la Puerta del Príncipe de Sevilla.
Pues por este no he visto yo que hayan abierto siete veces la Puerta Grande de Madrid.
Pues por este no he visto yo que ningún cronista taurino haya dicho: "Viene pidiendo poetas".
Pues por este nunca repicó con las noticias del arte el teletipo de las amapolas.
Pues por este no he visto yo que despacharan en ninguna Perfumería de las Bellas Artes el tarro de las esencias.
Pues por este no he escuchado yo a Camarón cantándole que es la esencia de los toreros.
¿Y este quiere ser como aquel y mandar en Sevilla como aquel mandaba? ¿Y eso es lo que respeta este a la afición de Sevilla? Este es un niñato. Aquel era un señor. En una palabra: era Sevilla. El señorío de Sevilla. Cuando mandaban los señores y no querían mandar los niñatos, en el toreo no pasaban estas cosas.

viernes, 20 de febrero de 2015

SEVILLA TIENE UN HEDOR ESPECIAL


Posiblemente, a tenor de lo sucedido, ni Morante, ni El Juli, ni Talavante, ni Perera debieron ser nunca considerados figuras del toreo; porque ninguno de ellos es un revolucionario ni tiene la fuerza para echarse la fiesta sobre los hombros y liderarla hacia el futuro; pero entre los cuatro pueden hundirla irremediablemente.

Antonio Lorca.

viernes, 16 de enero de 2015

EL FARAÓN


Joaquín Vidal, titula: Ese Curro incombustible, y escribe:  

"Curro Romero torea a la verónica al cuarto toro (Rodríguez Aparicio). Curro es un permanente renacer. Curro Romero se reaviva de sus propias cenizas y aparece de súbito hecho un torero juvenil y rozagante, valeroso y artista que va y pide pelea. Ese Curro Romero exclusivo es incombustible; como el propio arte de torear.Las verónicas con que recibió al cuarto toro fueron gloria bendita. Las verónicas con que recibió al cuarto toro fueron un cúmulo de valor, de técnica, de arte. Y enloquecieron a la afición. El toro se iba suelto, trotaba abanto abriéndose de las tablas y querían intervenir los peones, pero Curro Romero no les dejaba. Curro Romero había visto la condición del toro tan pronto apareció en el redondel. Qué ciencia infusa, qué genio intuitivo posee Curro Romero para conocer la catadura de los toros en cuanto asoman el morro por el portón de chiqueros constituye un insondable misterio. El caso es que según plantaba el toro la pezuña en el albero Curro hacia otro tanto con las zapatillas y ya estaba presente dispuesto a torear. Al cabo de unos cuantos galopes alocados del toro por los medios Curro lo trajo al tercio, le desengañó de sus querencias, le fijó en el engaño, le enjaretó en un palmo de terreno lo menos diez verónicas inmensas y las abrochó con media verónica de cartel. La Maestranza, ya se puede suponer, se convirtió en un manicomio. El gentío alborotado y en pie, unos se echaban las manos a la cabeza, se abrazaban otros y todos se rompían las manos de aplaudir mientras la banda soltaba al viento sus más jubilosos sones. Estaba lanzado Curro e hizo dos quites a la verónica. Uno detrás de otro. Todo el toro había de ser para él. Mecía el lance con una lentitud asombrosa y restallaban estruendosos los ol&ecute;s. Lo malo fue que no había toro. En el segundo quite se acabó el toro. Se acabó sin remisión al tomar la tercera verónica. Tal cual humillaba perdió el control, cayó de lado, se pegó la gran costalada y quedó en desairada posición, patas arriba, sorprendiendo al personal con la innecesaria exhibición de lo del día de la boda. Aún habría más Curro, más toreo, más arte; pero sin toro. De todos modos aquel toreo de capa quedó plasmado para la historia; su regusto, para engolosinar de por vida los más exigentes paladares; sus formas, como ejemplo de lo que es el arte de torear.

El único toro entero de la corrida salió en primer lugar, Curro Romero lo capoteó bien y en cambio con la muleta se limitó a trapacear. Como si estuviera acabado. Pero renació de sus cenizas en cuanto vio salir al cuarto y tras poner boca abajo la Maestranza con las verónicas tomó la pañosa y se emborrachó de torear. Aprovechando la nobleza del toro, y seguramente tambien su invalidez, le dio pases de todas las marcas, varios de ellos rescatados de las tauromaquias añejas. Todos los pegapases juntos son incapaces de dar al cabo de una temporada entera el riquísimo repertorio que Curro Romero desplegó en sólo tres minutos de faena.

Por eso es el faraón. ¿Algo que objetar?"

jueves, 15 de enero de 2015

GALLERÍAS


Rafael el "Gallo" brindando a el "Bomba"

Acababan de celebrarse las corridas de la feria de Córdoba. Rafael el "Gallo" regresaba en el tren a Sevilla. Durante el trayecto, en el paseillo del coche-vagón tropezó con un amigo que, desde Madrid, se dirigía también a Sevilla.
Tras saludarse, recayó la conversación sobre las corridas de Córdoba. 
- Y tú, ¿que tal has estado? ¿Qué opinaba el público? A lo que el "Gallo" contestó:
- Pues, mira, de mí sólo te diré que las opiniones quedaron divididas.
- ¿Entre tú y el "Bomba"? - preguntó el amigo.
- No respondió Rafael. Es que unos se metían con mi madre y otros con mi padre.

martes, 13 de enero de 2015

LA TAUROMAQUIA DEL SIGLO XXI

En el pasado está el siglo XXI. 
Estos son los verdaderos héroes de la Tauromaquia