"Ferrera sacó la casta y algo más. Muy en corto, y muy cruzado, se explayó en un toreo lento y largo, con unipases excelsos. O sea, raza y gusto. Ni la espada ni el descabello hicieron justicia con el maestro.
Sí en cambio con Curro Díaz, una clase de torero en vías se extinción. No parecía que el quinto, un ropero de 600 kilos, fuese a permitir nada, pero Curro le pisó el terreno y el de González rompió a bueno, con fijeza y claridad. Su matador lo bordó en un toreo de soberbio estilo, con compás, con aroma, con sabor en naturales y redondos, siempre despacioso, pero a cámara lenta en los de pecho. Y de primor en los ayudados, trincherillas y demás detalles de torero caro. La estocada fue inapelable y cortó una oreja, pero mereció las dos. Al salir de la plaza vimos el autobús de Morante con su slogan: "el arte no tiene miedo ". Ni hora. A Córdoba llegó 24 horas antes. Y venía de Linares."
Por Álvaro Acevedo
Por Álvaro Acevedo