José era un superdotado. Tenía un oído privilegiado. La afinación era perfecta. Su tono natural, que podía ampliar tanto para arriba como para abajo, era perfecto. Pero cuando comenzó a tener problemas de salud, en la época de ‘Yo soy gitano’, todos sus recursos se vieron afectados. Pero volviendo a sus facultades, Camarón tenía una voz muy frágil, una voz que yo denomino de ángel roto. Llegaba con limpieza a unas escalas impensables. Superaba el listón con facilidad. También habría que hablar de la influencia del toque de Paco de Lucía sobre el cante de Camarón, y viceversa. Había una simbiosis entre ambos. De hecho, en su último disco, ‘Cositas buenas’, Paco de Lucía le toca a un Camarón que ya no está entre nosotros. José es irrepetible. Tardará mucho tiempo en haber alguien que sea tan polémico, que levante a un pueblo como el gitano. Cantando, José conocía muy bien los cantes desde muy pequeño. Desde la fragua de su padre por donde pasaban todos los artistas de le época. Camarón cantaba muy bien por bulerías, alegrías, soleá... Sobre todo, cumple la ley básica del flamenco: todo el que no canta cuadrado, canta una mierda. Camarón siempre cantó cuadrado.
Carlos Lencero.