viernes, 23 de agosto de 2013
FANDIÑO EN BILBAO
Porque en Bilbao se vio toreo del bueno, del hondo, del macizo, del importante; no la pantomima del toreo moderno, el de pasárselo cuanto más lejos mejor. Quizás fuera eso, que el presidente tuvo un ataque de modernidad y no se dio cuenta de que el toreo de verdad es el de pasarse el astado por la faja y llevarlo hasta detrás de la cadera. Claro, que si el lunes le premió con dos orejas a El Juli por el trasteo más despegado que se puede realizar no podía premiar al vizcaíno de igual manera. Lo cierto es que Matías González, presidente de Bilbao, fue ecuánime: si le pareció que El Juli toreó bien, lo de Fandiño le tiene que parecer malo. No hay vuelta de hoja. Cosas tan diferentes no pueden ser igual de buenas.
Álvaro Suso.
martes, 13 de agosto de 2013
SEÑALES DE DISTINCIÓN PERDIDAS
El peinado de los primeros toreros, era de abundante cabellera recogida con redecilla, peineta y pañuelo. Más tarde se abandonó la red y se pasó a la "moña" o mata de pelo colocada en forma de moño sobre la nuca. Después se usaba la coleta de pelo natural que identificaba al torero vestido de calle. En el siglo XX -años veinte- comenzó a suprimirse el pelo en forma de moño por la actual castañeta, añadido o postizo.
Belmonte fue su gran impulsor, le daba vergüenza lucir la castiza coleta en los refinados ambientes en los que se movía. El resto de toreros le siguieron, y lo que era una señal de distinción fuera de la plaza, se perdió para siempre.
jueves, 1 de agosto de 2013
EL PIPO
Corría el año 1970 cuando “El Pipo” y Curro Vázquez se encontraban alojados en un hotel de México. El diestro de Linares había decidido dar por finalizada su relación de apoderamiento con Rafael, decisión que le comunicó en aquel mismo lugar.
“El Pipo”, presa de la decepción y el despecho, no dudó en acudir hasta la cafetería del hotel, donde tomó más copas de las recomendables. Ebrio, quizá demasiado, subió hasta la habitación del toreo, se colocó frente al espejo y sacó una pistola del bolsillo.
Curro Vázquez, completamente atónito, observaba las lamentaciones de su apoderado, que no paraba de repetir ¡Qué pena, Pipo, qué pena! ¡Otro torero que se te va después de haberlo encumbrado! Mientras lloraba amargamente miraba de reojo a su torero para ver si la escenificación surgía el efecto esperado.
Finalmente no hubo víctimas que lamentar pues la pistola de “El Pipo” no tenía balas.
Lejos de suicidarse Rafael Sánchez “El Pipo” falleció el día 15 de noviembre de 1987 a consecuencia de una hepatopatía crónica.
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