domingo, 7 de noviembre de 2010

EL TESTIGO


¡Coño Brujo, que te vas del escenario y nos dejas en ascuas, compuestos y sin novia, con la boca abierta, confundidos, esperando que nos caiga la breva, esperando no caernos del guindo, con la miel en los labios, con la sonrisa boba puesta! Brujo, que nos dejaste a la mitad. Al público, con el que hacías el amor escénico, lo dejaste con los ojos abiertos de par en par y a mitad de faena, sin alcanzar el cielo, el éxtasis, el orgasmo, la jubilación anticipada. Brujo, que se nos hizo cortísimo tu espectáculo y eso es una mala pasada te pongas como te pongas.

Teatro lleno. Público entregado. "El Brujo", que sale y hace, como siempre, lo que le da la gana: y engancha al espectador, y se produce el milagro del teatro. Palabras, palabras, palabras a la que "El Brujo" rinde homenaje.

Y allí está "El Brujo", solo una vez más en el escenario, y lo llena. "El Brujo" está inspirado, cautivador, ingenioso, disparatado, irónico, la cabeza perdida y ágil, haciendo el solo teatro puro de enorme fuerza: actor y público en perfecta sintonía, en mitad de un silencio sagrado sólo roto por las agradecidas risas. "El Brujo" se lo guisa, se lo come, lo digiere y todo lo que haga falta. Puede con todo.

Brujo ¡vuelve! no te vayas, Brujo ¡mucha salud!.



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