Infame se llamaba el primer toro de la descastada y mansa corrida de Ventorrillo. Infame tuvo dos cualidades propias que no tuvieron los borregos de sus hermanos, una la de echar la cara arriba por el pitón derecho y otra la de apretar por el pitón izquierdo. Pero la suerte de Infame y la de nosostros era que le había tocado a Julián López I de Sevilla. Así que me dispuse a ver con tranquilidad como Julián López I de Sevilla ponía en acción las aptitudes que le han cantado toda la prensa del comercio taurino, empezando por su inteligencia suprema basada en el conocimiento de los terrenos, siguiendo por el poderío de titanes que posee en su muleta sometedora y terminando por ese valor que es tan solemne que no se ve. Pero la inicial tranquilidad se fue tornando en desasosiego, el malcriado de Infame empezó a poner en evidencia que no estaba siendo lidiado, sino que estaba siendo toreado como si un borreguito fuese y claro Infame que no es que se comiese a nadie, pidió a un LIDIADOR y lo que se encontró fue a un Julian López I de Sevilla, un Rey que reina con los borregos pero que no gobierna con los Infames.
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